"Cómo descodificar mensajes extraterrestres y no morir en el intento"
Bueno los domingos siempre es buen día para el recuerdo, así que os traigo una columna que si mal no recuerdo hice en agosto o septiembre del 2002...
"Cómo descodificar mensajes extraterrestres y no morir en el intento"
por: José Antonio Roldán
En ocasiones cuando alguien investiga, por llamarlo de alguna manera, por esos mundos de Dios se encuentra con personas, hechos, casos... inexplicados que por algún motivo a uno le terminan marcando en su vida. Os voy a contar algo que me lleva por la calle de la amargura desde hace unos tres meses.
Todo comenzó cuando, junto a mi hermana Marisol, fui a hablar con una persona que supuestamente recibía mensajes de entes superiores de origen extraterráqueo. La situación a muchos de los que leéis estas líneas os resultará familiar. Una tarde de calor incipiente, una acogedora mesa de plástico que seguramente en sus primeros días fue blanca, un bar situado en un punto bastante conocido de la comarca catalana del Baix Llobregat y tres personas charlando amigablemente delante de dos coca-colas, un café con leche que tenía que haber sido con leche natural y una grabadora haciendo las veces de notario del misterio. Hasta ahí todo normal.
Quedamos con nuestro contertulio para otro día, queríamos saber algo más sobre su historia y sobre todo conocer en qué entorno se movía. Lo ideal sería ir a su casa, cosa que hicimos hace poco. Pero esa será otra historia. Nos estábamos montando ya en el coche cuando de repente escuché la frase más rara que en mi vida había oído. Me llamó mucho la atención, pero como suele pasar, el tiempo no se detiene para uno en exclusiva. Me puse el cinturón, miré por el retrovisor y arranqué. Encendí la radio nada más ponerme en marcha. Y ante mi sorpresa aquella extraña concatenación de sonidos fue expulsada con fuerza por los altavoces del vehículo. Por poco me tuve que parar del susto. La situación se complicaba por momentos. Apagué el climatizador y bajé nerviosamente las ventanillas. Necesitaba aire fresco, claro que viviendo en Barcelona sólo puede respirar un 5% de aire fresco y un 95% de contaminación, gases y otras atrocidades varias del ambiente. Cinco minutos más tarde y con carretera por delante se me comenzaban a esfumar mis anteriores temores hasta que, ¡pobre de mi!...nos vimos encaminados a uno de esos tradicionales atascos vespertinos que no sólo sirven para darse cuenta de que tienes que tomarte las cosas con más calma, sino que también se utilizan para conocer gente, entablar amistad con algún avispado taxista que intenta quitarte el metro de asfalto que anteriormente has hurtado al coche con matrícula de Cuenca y en definitiva conocer las ventajas de vivir en las cercanías de una gran urbe. A todas éstas había apagado la radio en busca de paz y sosiego, pero sin saber cómo aquella bizarra aportación expresada en una lengua desconocida para mi volvió a golpearme las sienes. Lo estaba escuchando y no sabía de donde provenía. Me sentí por un momento acobardado. Lo confieso. Aquello me llegaba desde todas partes y a la vez no podía localizar su procedencia. Necesitaba llegar a casa. Y no sé todavía cómo llegamos. Otro misterio sin resolver, aunque vagamente me parece recordar que el lateral de la autopista tuvo la culpa de nuestra salida de aquella marejada de coches, camiones, autocares y vehículos varios.
Tomé agua fresca de la nevera e incluso creo que también me eché alguna por la nuca. ¡Quería despejarme!. Encendí la televisión y...¡estaba allí!. ¡No podía ser!. Esa frase incoherente, incompresible y bastante recalcitrante pasó directamente a taladrarme el cerebro. Como uno intenta ser racional, utilizar la lógica y ser imparcial en todos sus comportamientos no dudé cinco segundos: !es un mensaje extraterrestre¡. Estaba más confuso que nunca, pero a la vez ya sabía a lo que me enfrentaba.
Por unos días me sentí como el historiador, lingüista y egiptólogo francés, Jean-François Champollion ante la resolución del enrevesado rompecabezas que representaron las inscripciones de la piedra de Rosetta, trozo de estela de basalto negro descubierta en 1799 durante la ocupación francesa de Egipto y datada en el año 196 a.C. Aunque estaba seguro que no me pasaría igual que Champollion, aquel mensaje no era ningún decreto de Tolomeo V Epifanes. Tendría que ser algo más importante. Lo presentía y aún lo presiento. Digo aún porque todavía no he descubierto lo que significa.
Como suelo hacer cuando investigo o estudio algo, cualquier cosa, me gusta documentarme sobre el asunto. Así que consulté en internet en los mejores buscadores, en las página más importantes de todas las categorías, desde la web oficial del proyecto SETI hasta la página de Karlos Arguiñano, pero no encontré nada. Recurrí a varias bibliotecas públicas y a algunas privadas, pero no aparecía ni rastro del asunto. Visité a decenas de profesores, catedráticos, lingüistas, historiadores pero ningún supo decirme qué significaba aquellas enigmáticas 14 palabras. Hubo momentos que cuando preguntaba qué podía ser aquello notaba una cierta sonrisilla macabra y algún esbozo de risa hiriente. Suele pasar cuando uno pregunta sobre temas insólitos, por lo que no le di ninguna importancia. Estaba contrariado, aquello sencillamente no tenía explicación terrestre.
Como suele suceder en los casos que ya no se sabe por dónde tirar consulté al 906. Después de 25 minutos intentando convencer a una amable anciana que no quería sexo en grupo y que no me iba la zoofilia, me pasaron con una vidente. La mujer se mostró muy interesada en mi historia, yo notaba que me prestaba atención e incluso en varias ocasiones dejó de hacer calceta para echarse alguna risilla. Dos horas después, la clarividente se dio por vencida y me colgó. En este punto de mi historia me gustaría parar un poco para aconsejaros que cuando llaméis a este tipo de teléfonos deberíais ser sensatos, saberos controlar y sobre todo, sólo llamar si estáis en la casa de un amigo, familiar o en algún lugar donde no os remitan la factura telefónica, que si no luego suele causar más de un infarto.
Bueno que me voy por los cerros de Úbeda. Recapitulemos. Tenemos un mensaje de procedencia desconocida, mucha curiosidad e inquietud y un enorme trabajo para intentar desentrañar el misterio que lo envuelve. Y en medio de todo esto, yo, que al parecer no tengo otra cosa que hacer en verano que preocuparme de esto. No es así, pero seguro que lo parece.
El tema está ahora algo parado. Me encuentro en un callejón sin salida. No sé cómo solucionar esa interrogante, así que he pensado en recurrir a vosotros, queridos lectores, en un intento de que me ayudéis a descubrir qué significa. Es algo muy serio...creo. ¿Qué puede haber detrás de este mensaje: ...Aserejé já dejé dejebe tude jebere sediunouba majabi an de bugui an de buididipí...?. ¡Espero vuestras respuestas!.
Por cierto, otra preocupación espiritual e íntima que tengo, ¿cuál habrá sido la canción del verano?.
"Cómo descodificar mensajes extraterrestres y no morir en el intento"
por: José Antonio Roldán
En ocasiones cuando alguien investiga, por llamarlo de alguna manera, por esos mundos de Dios se encuentra con personas, hechos, casos... inexplicados que por algún motivo a uno le terminan marcando en su vida. Os voy a contar algo que me lleva por la calle de la amargura desde hace unos tres meses.
Todo comenzó cuando, junto a mi hermana Marisol, fui a hablar con una persona que supuestamente recibía mensajes de entes superiores de origen extraterráqueo. La situación a muchos de los que leéis estas líneas os resultará familiar. Una tarde de calor incipiente, una acogedora mesa de plástico que seguramente en sus primeros días fue blanca, un bar situado en un punto bastante conocido de la comarca catalana del Baix Llobregat y tres personas charlando amigablemente delante de dos coca-colas, un café con leche que tenía que haber sido con leche natural y una grabadora haciendo las veces de notario del misterio. Hasta ahí todo normal.
Quedamos con nuestro contertulio para otro día, queríamos saber algo más sobre su historia y sobre todo conocer en qué entorno se movía. Lo ideal sería ir a su casa, cosa que hicimos hace poco. Pero esa será otra historia. Nos estábamos montando ya en el coche cuando de repente escuché la frase más rara que en mi vida había oído. Me llamó mucho la atención, pero como suele pasar, el tiempo no se detiene para uno en exclusiva. Me puse el cinturón, miré por el retrovisor y arranqué. Encendí la radio nada más ponerme en marcha. Y ante mi sorpresa aquella extraña concatenación de sonidos fue expulsada con fuerza por los altavoces del vehículo. Por poco me tuve que parar del susto. La situación se complicaba por momentos. Apagué el climatizador y bajé nerviosamente las ventanillas. Necesitaba aire fresco, claro que viviendo en Barcelona sólo puede respirar un 5% de aire fresco y un 95% de contaminación, gases y otras atrocidades varias del ambiente. Cinco minutos más tarde y con carretera por delante se me comenzaban a esfumar mis anteriores temores hasta que, ¡pobre de mi!...nos vimos encaminados a uno de esos tradicionales atascos vespertinos que no sólo sirven para darse cuenta de que tienes que tomarte las cosas con más calma, sino que también se utilizan para conocer gente, entablar amistad con algún avispado taxista que intenta quitarte el metro de asfalto que anteriormente has hurtado al coche con matrícula de Cuenca y en definitiva conocer las ventajas de vivir en las cercanías de una gran urbe. A todas éstas había apagado la radio en busca de paz y sosiego, pero sin saber cómo aquella bizarra aportación expresada en una lengua desconocida para mi volvió a golpearme las sienes. Lo estaba escuchando y no sabía de donde provenía. Me sentí por un momento acobardado. Lo confieso. Aquello me llegaba desde todas partes y a la vez no podía localizar su procedencia. Necesitaba llegar a casa. Y no sé todavía cómo llegamos. Otro misterio sin resolver, aunque vagamente me parece recordar que el lateral de la autopista tuvo la culpa de nuestra salida de aquella marejada de coches, camiones, autocares y vehículos varios.
Tomé agua fresca de la nevera e incluso creo que también me eché alguna por la nuca. ¡Quería despejarme!. Encendí la televisión y...¡estaba allí!. ¡No podía ser!. Esa frase incoherente, incompresible y bastante recalcitrante pasó directamente a taladrarme el cerebro. Como uno intenta ser racional, utilizar la lógica y ser imparcial en todos sus comportamientos no dudé cinco segundos: !es un mensaje extraterrestre¡. Estaba más confuso que nunca, pero a la vez ya sabía a lo que me enfrentaba.
Por unos días me sentí como el historiador, lingüista y egiptólogo francés, Jean-François Champollion ante la resolución del enrevesado rompecabezas que representaron las inscripciones de la piedra de Rosetta, trozo de estela de basalto negro descubierta en 1799 durante la ocupación francesa de Egipto y datada en el año 196 a.C. Aunque estaba seguro que no me pasaría igual que Champollion, aquel mensaje no era ningún decreto de Tolomeo V Epifanes. Tendría que ser algo más importante. Lo presentía y aún lo presiento. Digo aún porque todavía no he descubierto lo que significa.
Como suelo hacer cuando investigo o estudio algo, cualquier cosa, me gusta documentarme sobre el asunto. Así que consulté en internet en los mejores buscadores, en las página más importantes de todas las categorías, desde la web oficial del proyecto SETI hasta la página de Karlos Arguiñano, pero no encontré nada. Recurrí a varias bibliotecas públicas y a algunas privadas, pero no aparecía ni rastro del asunto. Visité a decenas de profesores, catedráticos, lingüistas, historiadores pero ningún supo decirme qué significaba aquellas enigmáticas 14 palabras. Hubo momentos que cuando preguntaba qué podía ser aquello notaba una cierta sonrisilla macabra y algún esbozo de risa hiriente. Suele pasar cuando uno pregunta sobre temas insólitos, por lo que no le di ninguna importancia. Estaba contrariado, aquello sencillamente no tenía explicación terrestre.
Como suele suceder en los casos que ya no se sabe por dónde tirar consulté al 906. Después de 25 minutos intentando convencer a una amable anciana que no quería sexo en grupo y que no me iba la zoofilia, me pasaron con una vidente. La mujer se mostró muy interesada en mi historia, yo notaba que me prestaba atención e incluso en varias ocasiones dejó de hacer calceta para echarse alguna risilla. Dos horas después, la clarividente se dio por vencida y me colgó. En este punto de mi historia me gustaría parar un poco para aconsejaros que cuando llaméis a este tipo de teléfonos deberíais ser sensatos, saberos controlar y sobre todo, sólo llamar si estáis en la casa de un amigo, familiar o en algún lugar donde no os remitan la factura telefónica, que si no luego suele causar más de un infarto.
Bueno que me voy por los cerros de Úbeda. Recapitulemos. Tenemos un mensaje de procedencia desconocida, mucha curiosidad e inquietud y un enorme trabajo para intentar desentrañar el misterio que lo envuelve. Y en medio de todo esto, yo, que al parecer no tengo otra cosa que hacer en verano que preocuparme de esto. No es así, pero seguro que lo parece.
El tema está ahora algo parado. Me encuentro en un callejón sin salida. No sé cómo solucionar esa interrogante, así que he pensado en recurrir a vosotros, queridos lectores, en un intento de que me ayudéis a descubrir qué significa. Es algo muy serio...creo. ¿Qué puede haber detrás de este mensaje: ...Aserejé já dejé dejebe tude jebere sediunouba majabi an de bugui an de buididipí...?. ¡Espero vuestras respuestas!.
Por cierto, otra preocupación espiritual e íntima que tengo, ¿cuál habrá sido la canción del verano?.
14 comentarios
assa -
alud -
Daniel -
eriberto contreras peres -
El detalle es que se acaba pelota azul cuidala o quieres que comiensa la operacion demonio "significado"
gabrielle -
Piwi -
demostrado cientificamente
Bruja Blanca -
Rosse Acevedo -
luosdas -
El gallego dice:
- Como que uno ? miles !
jala -
aiar -
XDDDDDDDDDD XDDDDDDDDDDD
XDDDDDDDDDD XDDDDDDDDDDD
..........aish...........
Silmarwen -
jala -
aiar -
XDDDDDDD XDDDDDDDD